Introducción del vitral en Chile
La historia de la llegada de los vitrales a América del Sur, su red de distribución
y la producción local a la que este fenómeno dio lugar, constituyen aspectos hasta
el momento poco estudiados. En Chile, la introducción de este arte decorativo está
ligada a la llegada de los arquitectos de la escuela Beaux-Arts y la utilización del estilo
arquitectónico neogótico. Es probable que la primera vez que los santiaguinos tuvieron
oportunidad de ver un vitral, fuera en la Exposición Internacional de Santiago de Chile,
en 1875. El pabellón belga expuso una selección dedicada al vidrio de color, vidrieras
geométricas y vitrales pintados
4
.
El destacado naturalista Rodulfo Amando Philippi le
dedicó un artículo, en el boletín “El Correo de la Exposición”, a la invención del vidrio
5
,
en
el que da cuenta de la importancia que tuvo este material en la muestra.
El vitral, o mal llamado vitreaux
6
,
6 Este término solo se encuentra en la obra del teórico francés Felibien, Des principes de l’architecture, de la sculpture, de la
peinture, et des autres arts qui en dépendent (1699). La verdadera traducción de vitral es vitrail, en plural vitraux. El error
gramatical se ha transmitido hasta nuestros días.
vivió un periodo de renacimiento en Europa
durante el siglo XIX, tras haber caído en el olvido durante los siglos XVII y XVIII y
habiendo dejando atrás la gloria alcanzada en el siglo XII. El fenómeno que lo revaloró
es parte del redescubrimiento o revival del periodo medieval, en que numerosos eruditos
de la época, tanto en Alemania como en Francia e Inglaterra, concentraron sus esfuerzos
en volver a producir las recetas y técnicas perdidas, en la traducción de los tratados
medievales y la investigación en torno a los programas iconográficos, y en la restauración
de los vitrales de las catedrales góticas. Esta producción alcanzó niveles masivos y se
transformó en un arte en parte industrial, debido la división de las tareas, la creación
de catálogos estandarizados para la venta y la extensa red de distribución. Desde la
segunda mitad del siglo XIX, los encargos se expandieron a los países de ultramar.
Es probable que las exposiciones universales, exposiciones de arte y las de
arte religioso facilitaran la difusión y el intercambio de estas piezas. En Chile, las
importaciones comenzaron alrededor de los años 1870, provenientes principalmente de
Alemania, Francia y el Reino Unido. Sobre los talleres y artistas autores de estas obras,
se destaca (como es el caso en toda América del Sur) el estilo Múnich, así denominado
en consideración a su lugar de origen. Las obras de tal procedencia fueron en su mayoría
elaboradas por la Casa Mayer, del fabricante Franz Mayer, fundada en 1847 y que se
mantiene activa hasta nuestros días, la cual recibió en 1892, del Papa León XIII, el título
de “Establecimiento real y pontificio”. Su socio, Xavier Zettler, fue distinguido con el
título de «Artista del vidrio de la Santa Sede»
7
.
7 Los dos también se dedicaron a la producción de mosaicos, retablos y estatuas religiosas.
Otros establecimientos destacados de la época, que enviaron obras a Chile,
son los talleres Lucien Bégule, Antoine Bernard, Louis-Charles-Marie Champigneulle,
Gustave Pierre Dagrant, Félix Gaudin, Gaetan Jeannin, Charles Lorin, Jean-LouisAntoine Saint-Blancat, para Francia; y Powell & Sons, Clayton & Bell, Lavers &
Westlake, Morris & Co, Herbert Bryans, Henry Dearle, Stephen Adam, Gordon
Webster, para el Reino Unido. Hay, además, ejemplos de vitrales catalanes en las
iglesias de la congregación de los Carmelitas de Santiago y Viña del Mar, del taller J.
Serra. A partir de la segunda mitad del siglo XX, se introdujeron además los vitrales en
dalle de verre, del artista y maestro vitralista Gabriel Loire, y los creados por el artista
austriaco-peruano Adolfo Winternitz (fabricados por el taller suizo Chiara)
8
.
8 La tarea de los próximos años es inventariar esta obra, de manera de conocer mejor el corpus de vitrales en Chile y sus
distintas calidades y valores.
Esta moda o gusto europeo dio origen, muy temprano, a la producción de
vidrieras nacionales, actividad que pretendía satisfacer un mercado que no contaba
con los medios para importar vitrales, o bien que respondía a la integración de estas
piezas como ornamentación de los proyectos arquitectónicos que comenzaban a tener
una expresión local. Esto activó una industria —emprendida por inmigrantes de origen
alemán e italiano dedicados a la venta de espejos y a la importación de vidrio— que se
desarrolló fuertemente alrededor de los años 1920. Según el censo
industrial de 1894
9
,
el primer taller de vidrieras, que no poseía horno para trabajar las técnicas de pintura,
perteneció al belga Emile de Troyer. Lo siguieron Cánovas y Cía., Esteban Dell’Orto,
Ferrari y Cía., Müller y Cía., la Casa Rusa de Pablo Dvoredsky
10
10 Quien figura, según las facturas del archivo, como restaurador de las vidrieras de las lucarnas del Teatro Municipal de
Santiago, en 1924.
y Adolfo Schlack y
Cía. (Casa Maldini). Por otro lado, se puede apreciar en los programas de la Escuela
de Artes y Oficios la especialidad Vitral (probablemente solo de vidrieras). Aun así, la
transmisión de conocimientos no se produjo más que informalmente.
Se puede encontrar ejemplos de la producción de los maestros vitralistas de
la época en el Cementerio General de Santiago. Un solo caso destaca entre dichos
maestros: Ernesto Buttner, instalado en Quilpué en los años 1910
11
,
11 A quien se le atribuyen los vitrales de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, de Chillán, que habrían sido fabricados
alrededor de 1912.
quien habría
poseído competencias en las técnicas de pintura, pero que no parece haber dejado
discípulos.
Respecto a los valores históricos y simbólicos que contiene y transmite este
corpus de vitrales, aún es necesario estudiar en profundidad los ejemplos más
importantes. En esa perspectiva, a continuación se desarrollan algunas apreciaciones
generales, las cuales pueden ser útiles a la hora de investigar este tipo de obras por
primera vez.
En el caso de los vitrales religiosos católicos, es importante tener en cuenta que,
para la América católica, los años finales del siglo XIX y comienzos del XX constituyen
un período en que esta Iglesia busca nuevas formas de legitimación, en un intento de
desvincularse de la referencia monárquica. En algunos casos, tales propósitos pueden
leerse en las imágenes o en los programas iconográficos, como es el caso de los vitrales
dedicados a la devoción de la Inmaculada Concepción, dogma decretado en 1854 por el
Papa Pío IX. La separación de la Iglesia y el Estado se va concretando paulatinamente
en el continente, y las tensiones entre la religión oficial y las otras confesiones van en
aumento.
En el caso chileno y en el ámbito civil, la transformación de la ciudad de
Santiago —desde la ciudad colonial a la metrópolis europea— es el ejemplo de una
política de Estado que implementa dispositivos republicanos: la fabricación de nuevos
símbolos del Estado Nación. Esta operación está a cargo de los arquitectos de la
Escuela de Beaux-Arts de París (1850 a 1930), fundadores de escuelas de arquitectura
en Chile; son ellos quienes convocan a talleres franceses, y principalmente a las
alemanas Mayer y Zettler, establecimientos fuertemente ligados al Pontificado y que
desarrollan un programa y estilo inspirado en el movimiento Nazareno
12
.
12 Movimiento de arte cristiano, fundado en Viena por Friedrich Overbeck y Franz Pforr a comienzos del siglo XIX, cofradía
que pretendía vivir bajo los valores cristianos, se inspiraba en el arte prerrenacentista. Estilísticamente, predomina en él
una visión idealizada de los personajes, insertos en paisajes naturales.
El final de la
importación masiva de vitrales y de las grandes obras arquitectónicas de inspiración
europea está marcado por la Gran Depresión de 1929 y por el surgimiento de las
expresiones locales de tales disciplinas, como el modernismo chileno.
En cuanto al corpus de vitrales protestantes (anglicanos, presbiterianos y
luteranos), predomina la vocación conmemorativa, por lo que la evolución en el uso
de las imágenes está necesariamente ligada a las guerras: la Guerra del Pacífico, y la
Primera y Segunda Guerra Mundial. Por otro lado los vitrales de la comunidad judía
son, por el momento, un tema de investigación pendiente.
En cuanto a la historiografía del vitral en América del Sur, existen únicamente
algunos catálogos de obras y muy pocos trabajos de carácter científico, y ello pese
a que la historia de la arquitectura de los siglos XIX y XX posee abundantes estudios
recientes, que profundizan en múltiples aspectos. Por el contrario, la bibliografía
europea ofrece una gran cantidad de investigaciones que abordan el tema de las
vidrieras y vitrales de los siglos XIX y XX. Estos estudios han ido profundizando
incluso en ciertos aspectos específicos, como su carácter de arte industrial, la red
de distribución, su presencia en las exposiciones universales, el rol de la imagen, los
movimientos de arte cristiano y el arte contemporáneo y vitrales, por dar algunos
ejemplos.
4 Véase el catálogo del pabellón belga en http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-67814.html
5 Véase “Correo de la Exposición”, en http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-68098.html
6 Este término solo se encuentra en la obra del teórico francés Felibien, Des principes de l’architecture, de la sculpture, de la
peinture, et des autres arts qui en dépendent (1699). La verdadera traducción de vitral es vitrail, en plural vitraux. El error
gramatical se ha transmitido hasta nuestros días.
7 Los dos también se dedicaron a la producción de mosaicos, retablos y estatuas religiosas.
8 La tarea de los próximos años es inventariar esta obra, de manera de conocer mejor el corpus de vitrales en Chile y sus
distintas calidades y valores.
9 Véase Boletín de la Estadística Industrial de la República de Chile, 1894-1895 (n° 1, junio 20, 1895), de la Sociedad de
Fomento Fabril, en http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-71088.html, y Boletín de la Sociedad de Fomento Fabril
10 Quien figura, según las facturas del archivo, como restaurador de las vidrieras de las lucarnas del Teatro Municipal de
Santiago, en 1924.
11 A quien se le atribuyen los vitrales de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, de Chillán, que habrían sido fabricados
alrededor de 1912.
12 Movimiento de arte cristiano, fundado en Viena por Friedrich Overbeck y Franz Pforr a comienzos del siglo XIX, cofradía
que pretendía vivir bajo los valores cristianos, se inspiraba en el arte prerrenacentista. Estilísticamente, predomina en él
una visión idealizada de los personajes, insertos en paisajes naturales.
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